uno en francia, otro en baires, y otra en un lugar desconocido, ahora que necesitaba alguien con quien tomar una cerveza
ya extraño nuestra especie de "club de la Serpiente", qué sólo era una fachada filosófica/literaria para enmascarar un puñado de alcohólicos...
- ...Y ahora atenti porque cambio de tono, lo agarro por sorpresa y le chanto mi pregunta. Ahí va. Cuánto hace que dejó la bebida. Vamos, rápido.
- Seis meses y catorce días.
Y Esteban se sintió caer en una trampa. Exactamente caer. Como un vacío en el vientre, como si de pronto cediera el suelo bajo sus pies.
- Se da cuenta. Si lo apuro un poco más me dice hasta las horas. Usted, Espósito, nunca dejó de tomar. Mientras cuente los días y los meses nunca habrá dejado de tomar. Ya no se trata de ser o no alcohólico. Usted todavía está borracho. Y ahorale voy a hacer otra revelación. Y a esto le llamo hablar muy en serio. Todos los alcohólicos del Neuropsiquiátrico beben. No sé cómo se las arreglan, pero beben. Les compran alcohol puro a las enfermeras. Inyectan naranjas y las chupan. Se hacen traer whisky por las visitas o por los ambulatorios. O salen y lo traen ellos mismos. Les roban el perfume a las enfermeras. Beben. Y usted también va a beber. No mañana, no pasado mañana. Pero se las va a ingeniar para emborracharse. Usted mismo se tratará a sí mismo. Como cualquier otro alcohólico. Por última vez: váyase.
Abelardo Castillo, El que tiene Sed (parte II, Sic Transit)
No hay comentarios:
Publicar un comentario