(...)
-No, no puedo darte esta bicicleta. No es mía, es prestada.
-Entonces dile a quien te la haya prestado que la quiero.
-Es que no sé de quién es. Hace años que no veo a su dueño, es más, hace años que no veo a nadie. Eres la primera persona con la que hablo desde que me prestaron la bicicleta. En ese entonces era joven.
-¿Y por qué mantienes la fidelidad a ese trato?
-Quién sabe, es mi naturaleza, tal vez. De todas formas hasta ahora no se me había dado un caso parecido.
-Ningún caso...
-Ningún caso.
-Entonces...
-Entonces la bicicleta es nuestra, hay tiempo para devolverla, algún día.
(...)
-¿Y si te hubiera dicho que la bicicleta era mía?
-Te la habría dado, pero no sin antes haberte preguntado cómo me veía cuando era joven.
-Como una mariposa dentro de un paquete de cigarrillos.
-Gracias.
-Igualmente, las bicicletas no se cuidan solas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario